Hablar de utopías suele ser interpretado hoy en día como hablar de ingenuidades, mundos inexistentes e irrealizables, en los que no vale la pena ni siquiera asomarse porque su ingenuidad resulta chocante ante una realidad más chocante aún, más violenta, más deprimente...
Tomás Moro, autor de 'Utopía' |
El término utopía viene desde que Tomás Moro escribió en el siglo XVI un libro así llamado, en referencia a un estado ideal en donde reinaban la justicia y la paz para sus habitantes. Básicamente es un lugar inexistente, pero que a su vez servía de crítica al estado actual de las cosas en tiempos de Moro.
De este concepto, del mundo irrealizable, viene la idea generalizada de que una utopía en general es inservible, sólo sirve para alimentar falacias en la mente, y no sienta pies en la tierra en donde los problemas reales duelen y hay que sufrirlos y vivirlos...
Platón, a quien se debe la primer utopía conocida en su obra 'La República' |
Sin embargo, la realidad es que cualquiera de nosotros puede ser utópico en muchos aspectos. Cuando algunos piensan que nuestro país podría ser mejor, cuando otros esperan que nuestro mundo puede ser más limpio, cuando otros más defienden algunas libertades aunque sea dentro de una red social, cuando hay quienes critican la falta de, y por tanto esperan que haya, justicia social, incluso cuando los hay que esperan un mundo donde sólo Dios reine con justicia, ahí estarían ellos siendo utópicos, soñando con un mundo mejor sumidos en un mundo que no es muchas veces ni de lejos parecido a ese sueño. Punto a mi favor entonces para seguir hablando del tema... a menos que de plano ya no importe la situación de la sociedad en la que vivimos hoy en día... Lo contrario a alguien utópico sería, desde esta perspectiva, alguien apático, indiferente completamente ante las situaciones graves que vive la sociedad.
Y ahí viene la cuestión: ¿vale la pena entonces soñar? Estoy completamente de acuerdo con que quedarse soñando, esperando un mundo mejor algún día con la mirada puesta en el horizonte, levantándose casi casi del piso mientras se sube a una nube... no, eso no vale la pena. Y creo que ese es el motivo por el que hoy en día, en un mundo tan pos-moderno, una utopía (cualquiera que sea su nombre) queda desacreditada nada más se oye hablar de un 'así debería...'
Luego entonces... ¿qué función, si acaso la tiene, puede desempeñar una utopía? Y ahí esta la cuestión más importante. Porque si no desempeñaran ninguna función, entonces tampoco soñar con un mundo o sociedad mejor valdría la pena, y entonces también podríamos volvernos apáticos ante cualquier situación que se considere injusta o lejana de algún ideal particular (como los que liste un par de párrafos arriba, v.gr. un país mejor, un mundo limpio, justicia social, etc.)
Es mi opinión que, mientras se les mantenga en cierta línea, las utopías pueden resultar muy útiles a una sociedad. Pero nunca saliéndose de esa línea, de lo contrario se caería en ingenuidades, manipulaciones, y al final, sí, no valdría la pena hablar de utopías, porque sólo serían el equivalente a la adolescente soñadora que espera a su príncipe azul, para tiempo después desilusionarse cuando se tope con los guarros que se podría encontrar a cada paso... Para empezar por su idealismo, al menos sirven como crítica social: si podemos imaginar un mundo mejor es que este mundo no está en esa línea, es más, la mayoría de las veces está MUY al contrario de esa línea.
Y partiendo de ahí, sólo me queda concluir con una metáfora:
Una utopía sería el equivalente a un destino vacacional al que dirigirse por carretera. Desde antes de partir, se toma el mapa y se deciden las carreteras por las cuales ir y se comienza el viaje. El viaje puede estar lleno de inconvenientes (alguna falla mecánica, el cansancio,...) pero también de satisfacciones (los paisajes vistos, gente que podría prestar ayuda en situaciones problemáticas,...), pero el caso es que, teniendo claro hacia dónde se quiere ir, se podría saber hacia dónde dirigirse siempre, qué desviaciones tomar, etc. Una utopía, al final y al cabo, debería servir como eso: como guía de camino. No sería, claro, un plan concreto para alcanzarla, ese, parece evidente, deberá venir de parte de cada uno de los que buscan esa meta (tomar el mapa, planear recargas de combustible, etc.)
Y lo ideal sería que 'nunca' se alcanzara, no porque fuera irrealizable, sino porque llegando a la meta, siempre debería de haber más metas que buscar, más destinos que alcanzar, siempre apuntando hacia el final. De esa forma se evitaría también la monotonía de imaginar un final definitivo en el que ya no valiera la pena seguir haciendo nada más que rascarse el ombligo, o un final adecuado a cierta época pero que ya no respondiera a las necesidades de las nuevas épocas. Habrá que pensar, o más bien buscar, alguna 'utopía' más definitiva que cualquier otra, que en verdad pudiera significar el final de finales en donde ya no existiera ni siquiera esa modorra causada por la rutina; y quién sabe, tal vez ya existe, tal vez ni siquiera quedaría en manos de algunos pocos el darle un final definitivo y necesitaría de fuerzas más grandes para realizarla plenamente, pero ahí estaría planteada ya...
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Eru kaluva tielyanna